Aquel tenía en sus ojos el sentir de quien habita en lo inconsciente, pesada cruz aguantada por sus hombros en busca de redención.

Una vez más se escondía del presente soñando con lo eterno y viviendo de terceros al igual que el vicario. Sin embargo, sentía que algún día rompería las cadenas, aquellas que desde niño su alma irreverente mima. Así lo quería su espíritu volador.

Deseaba entonces tener fuerzas para destruir al pensador, ese mico cuyas partes cuelgan de la cruz. Pero una voz interior interrumpió el movimiento. Largas e interminables conversaciones con la nada. Miles de lienzos tratando de pintar su autorretrato. Otra vez se ha vuelto a enfrentar con el espejo.

Que difícil resulta soñar en esta situación. Para hacerlo, deberá encontrar el sentimiento perdido. De esa forma nunca más se volverá a caer, nunca más se volverá a levantar… una vez más ha sido devorado por el tedio.