Hay momentos que duran para siempre, hay momentos que no se pueden olvidar. Son esos momentos por los que vale la pena vivir, seguir viviendo y morir. Fugaces y etéreos, son muchos los que no los pueden distinguir.

Y si son pocos los que los distinguen, entre ellos, muchos menos los que los pueden expresar. Porque cada quien tiene sus momentos, porque cada quien los tiene que buscar. Y aunque para encontrarlos haya que caminar, es en nuestro interior donde esos momentos están.

Vine a este mundo a descubrir por qué tengo que morir, hoy creo haberlo descubierto, mi vida está y estará, llena de momentos, eso fue lo que me vino Nadie a decir.

Y aunque no los pueda recordar, aunque me cueste mucho expresarlos, ellos regresan a mí cuando me siento eterno, cuando no tengo miedo de vivir, cuando no me importa morir. Es en esos momentos cuando descubro lo que siento: una infinita satisfacción por vivir y por lo que está vivo, por lo que nunca podré comprender y por lo poco que he podido entender hasta ahora.

Y aunque esa satisfacción solo sea momentánea, serán esos momentos por lo único que habrá valido la pena llegar hasta el final. Eso es lo que recordaré… eso es lo que espero recordar. Exista o no un más allá, mientras viva los voy a disfrutar.

Pero esos momentos no pueden ser eternos, ¿qué sería de mi vida entonces si todo fuera felicidad?
Sin embargo, una de las grandes cosas que he aprendido es que no importa cómo me sienta, no debo dejar de caminar, aunque me sienta vivo, aunque me sienta muerto.

Ya llegarán los momentos así como llegará el final cuando tenga que llegar. Solo espero cada día aprender más a disfrutar y apreciar los buenos y aunque no los entienda, quisiera poder expresarlos para que otros los puedan disfrutar. No los míos, sino los que ellos descubran al andar. Quizás alguno aprenda lo que significa volar a través de mis viajes. Y si no lo hacen o si no les gusta volar, que entiendan que algunos tenemos esa necesidad… la de expresar esos momentos.

Por eso es que Nadie me enseñó que esta era una forma de que el distraído recordara su condición…
Nunca nada se deja de mover, aunque crea estar parado viendo hacia donde va el camino.